En estos tiempos, surgen muchas preguntas de este estilo. Terapeutas, psicólogos y hasta científicos intentan descifrar cuándo decidimos desde el alma y el corazón, y cuándo lo hacemos desde la mente y el cerebro.
No podemos negar que todo está interconectado, pero hay una fuerza mayor de la que me gustaría hablar. La fuerza del alma o del ser arrasa con intensidad, como una ráfaga de viento. Muchos antiguos admitían que, cuando «era su hora», lo sentían desde adentro o con la brisa del viento mismo.
Cuando el alma se queja, huye o intenta escapar de algo, probablemente recurra a la razón y no al corazón. Activa sus mecanismos de defensa para protegerse y salir ilesa de la situación. Pero cuando la mente no interviene y es el alma, el espíritu o el corazón los que toman el control, la sensación es distinta. Es como ese leve temblor en las manos antes de ver a alguien importante o de hacer algo trascendental.
Muchas personas, antes de subir a un escenario, escuchan una voz interior que les dice: «Lo harás genial». Esas decisiones tomadas desde el alma suelen guiarnos hacia mejores destinos en la vida.
¿Cómo diferenciar la mente del corazón?
Identifica cuáles son tus intereses y anhelos más profundos. Mantente conectado a ellos y cerca de ti mismo. Cuando la oportunidad de alcanzar aquello que deseas se presente, tu alma se lanzará hacia ello sin dudarlo.
Por otro lado, cuando la mente toma el control, surgen las precauciones, los problemas y las dudas. Te tomas más tiempo para decidir porque, tal vez, no lo deseas tanto. Ahí radica la diferencia.
Elige la razón para situaciones que no impliquen al alma, para aquellas decisiones que no toquen tus deseos más profundos. Por ejemplo, si tu sueño es casarte y vivir junto al mar, y la oportunidad se presenta, no la pienses tres veces: abrázala. Pero si algo no te satisface emocionalmente y lo haces por un deseo egoísta, planifica, reflexiona y usa tu mente tanto como sea necesario. Al final, llegarás al mismo lugar.
Lo que realmente tiene valor para ti permanecerá en tu vida. Lo que no, tarde o temprano, se desvanecerá.
Por encima de todo, elige con consciencia. La consciencia del alma nunca se equivoca, se percibe como una intuición o una alarma constante. La mente, en cambio, no siente ni percibe; actúa en base a lo que ha comprobado en el pasado.
Allí radica tu soberanía para elegir. Si algo es importante para ti, decídelo con el alma y el corazón. La mente encontrará su lugar después.
Florencia Glomba, creadora de la marca Flor Holística, y escritora del libro Conviértete en la Diosa que ya existe en ti.